Inicio una serie de entradas relacionadas con las estrategias para la gestión del desempeño. Estas entradas incluirán el análisis de uno de los elementos más importantes, los indicadores clave de desempeño (KPI).
En primer lugar es necesario indicar que las medidas del desempeño son una poderosa herramienta dentro del cambio organizacional. Las empresas definen objetivos, establecen metas, miden como progresan, recompensan los logros y muestran los resultados.
Los directivos utilizan las medidas del desempeño para definir y comunicar los objetivos estratégicos diseñados para cada empleado y posición en la organización. Los mandos medios las utilizan para identificar empleados o equipos que no están teniendo un buen desempeño y poder ayudarles a volver a los niveles de desempeño requeridos. Los empleados utilizan las medidas del desempeño para centrarse en lo que es importante y como ayuda para alcanzar los objetivos definidos en sus planes personales de desempeño.
Pero las medidas del desempeño son un arma de doble filo. Las medidas equivocadas pueden tener consecuencias imprevistas: pueden sembrar el caos en los procesos de la organización, desmotivar a los empleados y debilitar la productividad y los niveles de servicio. Si estas medidas no trasladan exactamente la estrategia y los objetivos de la empresa en acciones concretas que los empleados pueden tomar en su día a día, la organización puede tener problemas. Los empleados trabajaran duro pero no existirá nada que muestre su esfuerzo, dejándoles cansados y frustrados. Dicho de otra manera, la empresa será eficiente pero inefectiva, es decir, no habrá resultados.
La gestión del desempeño es una disciplina que alinea el desempeño con la estrategia. La gestión del desempeño utiliza los sistemas de información para revisar la ejecución de la estrategia de la empresa y ayudar a la organización a alcanzar sus metas.
Para representar gráficamente el ciclo para la gestión del desempeño presento al inicio del blog el ESQUEMA 52 . Este esquema muestra los cuatro niveles que van desde la estrategia y planificación hasta la revisión de la ejecución de los planes, finalizando con el ajuste de las actividades y metas para alcanzar los objetivos estratégicos. Estos cuatro niveles giran entorno a los datos integrados y medidas que suministran el marco para medir la eficiencia de los procesos estratégicos y de gestión.
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