Cuando el negocio de una empresa está bien establecido, significa que se ha posicionado estratégicamente en el mercado y en relación a sus inversores, clientes y competencia.
La posición estratégica ofrece a la ventaja competitiva de la empresa la posibilidad de realizar y variar sus operaciones tácticas.
La habilidad para utilizar su posición actual depende de sus competencias tácticas de acuerdo a las circunstancias del entorno.
Cuando el entorno cambia de tal manera que los métodos anteriores de la dirección estratégica no pueden hacer frente a estos cambios, la compañía necesita, no sólo cambiar su posición, es decir, su estrategia, sino la propia dirección estratégica necesita ser transformada para enfrentarse a los nuevos retos.
En el entorno actual, no hay precedentes de las oportunidades de negocio que han aparecido gracias al nuevo conocimiento tecnológico y científico.
Los directivos deben ser capaces de capturar las opciones escondidas detrás de estos cambios en el paisaje empresarial.
En base a todo lo anterior, es conocido, que hay un tercer nivel en el pensamiento estratégico corporativo. Este nivel se relaciona con la llamada dirección visionaria o gestión de la visión de futuro.
Esta visión de futuro contrasta con la planificación a largo plazo , la cual tiende a extrapolar el pasado para planificar el futuro.
En cualquier caso, la dirección visionaria es un elemento esencial de la dirección estratégica avanzada.
Pero llegados a este punto, ¿ que se entiende por visión ?
Podriamos ir a la literatura de gestión estratégica para ver las diferentes definiciones, pero para elegir una rápida, esta sería:
La visión es una dirección, meta o sueño, o el camino que una empresa sigue para llegar a ser lo que quiere, creando una agenda de pensamiento y acción.
En la próxima entrada comentaré el paradigma del pensamiento estratégico buscando la perspectiva práctica del mismo.
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