Crear el ajuste adecuado entre lo que el mercado necesita y lo que la empresa hace puede ser contraproducente si el entorno cambia y la empresa no responde convenientemente.
Este punto se explica bien con la conocida historia de la rana. Cuando se pone a una rana en una cacerola con agua hirviendo la rana salta fuera inmediatamente. Sin embargo, si se la pone en una cacerola con agua fría y el agua se va hirviendo lentamente la rana se quedará en la cacerola y por lo tanto morirá cocida.
De la misma forma, si una empresa no reacciona a los constantes cambios que tienen lugar en su entorno, morirá cocida también.
Esto implica que un empresa necesita crear la adaptación adecuada con el entorno actual a la vez que permanece con suficiente flexibilidad para responder y (a veces crear) a los cambios en el entorno.
Pero ¿ qué quiero decir con tener flexibilidad ? Me refiero básicamente a tres puntos clave:
- Una empresa debe ser primero capaz de identificar los cambios en su entorno con anticipación suficiente.
- Además, debe tener la preparación cultural para aprovechar este cambio y responder al mismo.
- Y finalmente, debe tener las habilidades y competencias necesarias para competir en cualquier nuevo escenario que pueda surgir después de los cambios.
En este sentido, la flexibilidad tiene un componente cultural, es decir, el querer cambiar y otro en línea con las competencias, es decir, el poder cambiar.
En la próxima entrada comentaré por qué la estrategia debe estar apoyada por un adecuado entorno organizativo
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