La segunda razón para la diversificación es el deseo de distribuir los riesgos. Para aislar los efectos de la diversificación en los riesgos es útil considerar dos tipos de diversificaciones: simple o conglomerado: diversificación que extiende la propiedad corporativa sobre diversos negocios independientes donde el flujo de caja de cada negocio permanece sin cambios.
Mientras que los flujos de caja de los negocios no están perfectamente relacionados, la diversificación reduce las variaciones de los flujos de caja combinados. Dado que algunos directivos tienen aversión al riesgo, esta reducción de riesgos es normalmente coherente con los intereses de los accionistas. Sin embargo, se ignora un factor crítico: para alcanzar la diversificación de los riesgos, los accionistas podrían mantener carteras diversificadas o invertir a través de fondos de inversion mobiliaria.
Lo anterior, no sólo lleva a una diversificación más amplia que está al alcance de las empresas más diversificadas sino que también se pueden conseguir costes más bajos.
Si la reducción de riesgos por diversificación lleva a la creación de valor para el accionista debe de haber imperfecciones en los mercados de valores para que la diversificación corporativa sea más eficiente y viable que la diversificación que cualquier inversor podría hacer personalmente con su cartera.
Los directivos parecen estar muy entusiasmados con los beneficios de la distribución de riesgos creados por la diversificación. La aversión al riesgo de los directivos viene de su deseo de proteger su independencia y su empleo. Las bajadas en los beneficios, incluso si son sólo temporales, pueden estimular la preocupación entre los accionistas y los analistas de los mercados. Este empeoramiento puede provocar que la empresa sea temporalmente dependiente de los mercados para conseguir financiación lo que podría animar las ofertas de adquisición.
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