El mapa estratégico y el cuadro de mando de cualquier empresa deberían contar una historia que diferencie a su organización de sus competidores. Debería mostrar las interrelaciones entre los procesos internos y los activos intangibles que crean la ventaja competitiva sostenible.
Ninguna empresa puede sobresalir en cada proceso interno ni en cada objetivo de crecimiento y aprendizaje.
Una estrategia sostenible busca captar lo más valioso de la cadena de valor.
La creación de valor total se puede dividir en tres segmentos:
- Valor captado por el proveedor, es decir, las cantidades pagadas a los empleados y a los proveedores menos el coste de oportunidad al suministrar productos y servicios a la empresa.
- Valor captado por la empresa, es decir, el precio neto recibido de los clientes menos las cantidades pagadas a los empleados y proveedores por los productos y servicios vendidos.
- Valor captado por los clientes, es decir, la diferencia entre el precio máximo que los clientes están dispuestos a pagar por los productos y servicios y los precios reales que pagan.
El valor creado es distribuido entre los anteriores valores dependiendo de su fuerza relativa y de su poder de negociación.
Las estrategias situan a la compañía donde puede captar valor y conseguir una rentabilidad atractiva. Los productos no diferenciados permiten a los clientes captar la mayoría del valor creado. No importa qué estrategia sostenible use la empresa, ésta debería desarrollar un mapa estratégico específico que represente su proposición de valor y su alineación de los procesos internos y de las capacidades de aprendizaje y crecimiento que reportarán un desempeño financiero superior.
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