Para ello, como indiqué en anteriores entradas, hay que partir del sistema de costes por actividad pero introduciendo un nuevo elemento, la capacidad de recursos.
Este sistema de costes por actividad basado en la capacidad asignará los costes a los productos, servicios y clientes teniendo en cuenta dos parámetros:
- El coste de suministrar la capacidad de recursos en cada proceso y departamento, medido en base a los costes de los recursos suministrados dividido por la capacidad práctica
- La capacidad requerida por cada departamento o proceso para gestionar las transacciones de productos o clientes.
Si los directivos prepararan una proyección de ventas conservadora o baja para protegerse de que los resultados pudieran ser más bajos de lo esperado, se verían obligados a reducir la capacidad de recursos de los niveles actuales.
Si la demanda llegara a los niveles esperados, más alta que la proyección de los directivos, habría recursos inadecuados disponibles para gestionar la demanda incremental.
Si por el contrario los directivos prepararan una proyección demasiado optimista, para legitimar el gasto en capacidad de recursos adicional, tendrían que soportar los costes de esta mayor capacidad en periodos sucesivos obteniendo menores beneficios cuando las ventas reales son más bajas que sus proyecciones.
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